martes, 27 de febrero de 2024

Carta abierta a los participantes del Movimiento de Fe Crístico

 

Todo tiempo en la historia del Hombre actual ha pasado por grados de tribulación, y en la historia reciente, durante el siglo veinte, el mundo fue sacudido por dos guerras mundiales y por la explosión de las primeras bombas atómicas con exterminio de civiles en gran número. Después de la atrocidad de la guerra, del holocausto nazi y de la destrucción nuclear, el Hombre pudo convertir el final de ese oscuro pasaje en la Virtud para conformar un mundo de paz, y el fin de toda guerra y confrontación. De haber acontecido así, la humanidad habría dado demostración de madurez y sabiduría.

Los hechos nos describen lo contrario: nunca cesaron las guerras, y la división provocada por la ‘guerra fría’ produjo la intimidación evidente y tangible de la amenaza de la tercera gran guerra, que sería atómica y de exterminio total. Caído el mundo soviético, hubo esperanza, nuevamente, en que ahora sí seríamos capaces de vivir en acuerdo y armonía. La realidad nos dicta que jamás los poderes del Mundo han pretendido la paz verdadera y que la guerra es un factor preponderante del sistema económico, tanto para la ingente industria militar como para el desarrollo de la ciencia de la Defensa. (Miremos la realidad de la guerra Ruso-Ucraniana y los Hechos atroces en Gaza, y observemos la loca carrera armamentista en la que ha caído Europa, las dos Coreas, Japón, Irán, Rusia, China y los Estados Unidos).

Este sistema mundano posee su núcleo de sobrevivencia en la guerra, la violencia, tipos de esclavitud, y modelos de bienestar que resultan falaces, mentirosos y llamados a provocar en la gente sencilla la normalización de su condición de ‘masa servil’ o ‘redil’ siempre dependiente de gobernantes insertos en oligarquías y castas privilegiadas, religiones, pastores, y un mercado déspota que crea dependencia y fomenta la ilusión y la vana esperanza.

Nada del materialismo, de lo mundano y profano, incluso de aquello que humanamente podemos entender como ‘loable’ ‘bueno’ ‘meritorio’ nos conduce a la Liberación.

Para que, en la acérrima oscuridad de la materia, y de este sistema del Mundo, exista un elemento revolucionario que rompa con la inercia de la sujeción y la dependencia, debe constatarse SU CONTRARIO, su OPUESTO… una FUERZA que contrarresta el dominio humano influenciado y regido por el Cainismo y su forma de concebir al Hombre: LA LUZ.

La Luz en su realidad de PODER es la manifestación ajena y contraria a Lo Oscuro como factor de control y de dominio. Y digamos que Lo Oscuro llevado a su exacerbación de Control y Dominio se hace parte del principado tenebroso.

La Luz, cuan Poder contrario a este sistema mundano y sus ‘señores’, es una INTERVENCIÓN destinada a salvar, elevar y liberar a la materia humana: EL HOMBRE (varón y mujer por igual).

Antes del Hecho Crístico la Luz estaba ausente en este mundo, y el Cainita pudo establecer su Control y Dominio por siglos, y el principado tuvo en sus manos la Ley del Eterno Retorno cuyos Abismos

encarcelaban Almas y el Hombre repetía ciclos de pecado y muerte sin fin.

Con Cristo y los Hechos de Salvación, se rompe este lapso nefasto. Pero el Verbo NO vino a cambiar el sistema mundano, ni se ocupó de roles y tareas que deben ser ejecutadas por el Hombre y su Opción por la Luz. Y para que el Hombre luchara CON y POR La Luz: debía, primero, obtenerla y ésta debía habitar en su Inocencia desde la concepción.

La Gracia es el acto divino que coloca un grano de Luz Original en un Ser Humano que no hizo mérito alguno para tanta dádiva.

La Intervención de Cristo, que quiebra la hegemonía tenebrosa en el Hombre y su sistema, es un Acto de Gracia planificado por el Reino, y no fue nunca producto de la conciencia del Hombre. Por lo mismo, tanto la Intervención Salvadora del Cristo y los Cambios por Él guiados, como el Espíritu que se nos concede, NO SON MÉRITO HUMANO, ni son de ‘propiedad individual para fines y propósitos de este Mundo y su sistema’.

La Luz, el Espíritu en nosotros, es una Gracia concebida para que seamos nosotros, en conciencia y opción, quienes nos HACEMOS a La Gracia (nos volvemos a Dios en búsqueda del Espíritu que nos habita); para que todo nuestro Ser sea gobernado por Lo Espiritual, y así trasmutar el orden en nosotros: convertirnos en Espirituales antes que Carnales. O, como Cristo enseña: ‘estar en este Mundo (sistema) pero NO SER del Mundo (materialismo-mundanidad).

Estamos hechos de materia: somos materia orgánica con un grado de inteligencia que nos hace ‘humanos’. PERO JAMÁS LA MATERIA, INCLUSO LA DOTADA DE MAYOR INTELIGENCIA, HA TRASCENDIDO PARA ROMPER EL CICLO DE LO PASAJERO, LO TEMPORAL, LO PERECIBLE…LA MUERTE. Y SOLAMENTE La Luz EN NUESTRA MATERIA HUMANA POSEE LAS CLAVES QUE ROMPEN CON LOS CICLOS DE EXISTENCIA Y MUERTE.

Sin La Luz- Espíritu- en nosotros seríamos ‘materia muerta’, inservible, inútil, intrascendente. Y aquello que nos eleva y empuja a romper con las fronteras del Tiempo y de lo Micro, de lo Material y sus existencias: es el Espíritu, asumiendo el total gobierno en nosotros. NO HAY VÍAS INTERMEDIAS.

El Cainismo incentiva las religiones y sus instituciones para desviar la fe del Humano por la estafa de la ‘vía intermedia’; es decir, sublimiza factores sociales, políticos, ideales, familiares, culturales, de costumbres, rituales y de creencias que conlleven a una fe utilitaria, manipulable y dependiente del sistema mundano. Usan los nombres de lo divino, incluso de Cristo, para traer de regreso al redil rebelde que en su día pudo pensar o creer que algo divino LE VIVÍA.

Los Cristicos nos hemos desecho de estas formalidades carcelarias. Asumimos que la Luz está en nosotros, en el Espíritu que nos habita.

Sabemos que esta chispa Original NO es ‘nuestra’(en sentido carnal-emocional-mental o mundano), no para cosas humanas, tampoco la asociamos al embaucador Ego. Asumimos que ‘Dios en Nosotros’ cumple el rol de trascendencia de la Luz que rompe los ciclos de nuestra materialidad y temporalidad.

Nos empeñamos por TOMAR CONCIENCIA de la Verdad: en cuanto, siendo seres materiales no poseemos transcendencia, y que nadie entra al Reino de la Vida sino es por Espíritu.

Que Los Humanos podemos adquirir LOGROS de máxima Virtud solamente si es el Espíritu quién NOS gobierna.

Y hemos entendido y nos hemos consagrado a la realidad del Cristo Dios: en cuanto es el DADOR de la Vida y GUIA de Luz de Nuestra Espiritualidad.

Porque asumimos que por Él tenemos la Gracia que nos elevará a la Vida que derrota a la muerte. Y que el vaso comunicante entre nosotros, humanos, y Dios Creador, es Cristo.

Y somos medidos y transformados por Espíritu, por Coherencia Espiritual, por renuncia a lo mundano, por Liberación Interior de lo Carnal y profano, para SELLAR desde ADENTRO nuestra PERTENENCIA al Reino de la Luz.

Nosotros, los Cristicos, aprendemos a ADMINISTRAR lo HUMANO y las necesidades de este Mundo: para que nada nos falte, pero no depender del sistema del dinero y los apegos.

Administramos para que nada nos falte, pero de nada dependemos, ni apegos creamos en torno a las cosas y a lo humano ligado al ciclo embustero del sistema (moda, costumbres, cánones sociales, paradigmas). Para alcanzar aquello, hacemos de la Virtud nuestra Coherencia de Vida y de la Sabiduría nuestro modo de pensar. Y en eso, para tal Logro, nos esmeramos.

En modo que nuestros énfasis, tensiones, intensidad, alegría, empeño, sacrificio y aprendizaje está completamente en el plano y en la práctica de Fe, en Lo Espiritual, en nuestro Hacer y Ser de Siembra y de Construcción de Unidad con otros (Prójimo) con el fin de que MUCHOS LOGREN hacerse a La Gracia y comiencen la senda de su Liberación.

ESTAMOS (y administramos) en lo del Mundo. SOMOS (y nos entregamos) a Lo Espiritual, a la Obra de Luz entre los Hombres. Ese es nuestro Orden.

Porque Cristo nos enseña que, para acrecentar la Luz Espiritual en nosotros, debemos hacer crecer la Luz en muchos otros.

Y Cristo nos enseña que la liberación que nos conduce a la Verdad y a la Vida no contiene nada de este Mundo, y solamente cuando nos entregamos de lleno al Plan de Cristo es que somos parte integrante del ORDEN del Reino de Dios.

Los Cristicos sabemos que la muerte física o la muerte de las cosas cae sobre nuestra existencia en el minuto menos pensado.

Que inexorablemente pasaremos por la muerte del cuerpo, pero que también todo aquello que creemos vital en este Mundo morirá, se terminará y desaparecerá… tarde o temprano.

Y esa Conciencia nos permite definir que: ‘aquello que existe’ en realidad NO VIVE.

Y que La Vida es aquella que se libera de los ciclos existenciales y supera para siempre a la muerte.

Esa Vida es la que nos promete Cristo como Nuestro Conductor. Y para que Cristo nos Guíe a esa Vida: debemos fomentar, hacer crecer y enraizar el total Gobierno del Espíritu en nosotros, en modo que ya antes de pasar por la muerte seamos Seres en Vida: de cuerpo carnal a Cuerpo Espiritual. ESE ES EL PLAN.

Los Cristicos somos Seres Humanos imperfectos y pasajeros, que por ESTAR en este Mundo aprendemos a administrar para que nada nos falte, pero siendo nuestro propósito La Vida, nos concentramos y ponemos prioridad y el mejor empeño en Lo Espiritual y en la Coherencia de Fe.

Y de nuestra Siembra en otros expandimos La Luz para que muchos abandonen la mentira de este sistema esclavista.

Cristo es Dios Liberador.

Nosotros, por Espiritualidad, nos hacemos agentes del Plan del Cristo de la Vida.

Les saluda y abraza en Espíritu: desde el Sacerdocio que Cristo nos ha concedido
Ricardo Andreé – Fundador del Movimiento de Fe Crístico
16 de febrero 2024

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