Todo
tiempo en la historia del Hombre actual ha pasado por grados de tribulación, y
en la historia reciente, durante el siglo veinte, el mundo fue sacudido por dos
guerras mundiales y por la explosión de las primeras bombas atómicas con
exterminio de civiles en gran número. Después de la atrocidad de la guerra, del
holocausto nazi y de la destrucción nuclear, el Hombre pudo convertir el final
de ese oscuro pasaje en la Virtud para conformar un mundo de paz, y el fin de
toda guerra y confrontación. De haber acontecido así, la humanidad habría dado
demostración de madurez y sabiduría.
Los
hechos nos describen lo contrario: nunca cesaron las guerras, y la división
provocada por la ‘guerra fría’ produjo la intimidación evidente y tangible de
la amenaza de la tercera gran guerra, que sería atómica y de exterminio total.
Caído el mundo soviético, hubo esperanza, nuevamente, en que ahora sí seríamos
capaces de vivir en acuerdo y armonía. La realidad nos dicta que jamás los
poderes del Mundo han pretendido la paz verdadera y que la guerra es un factor
preponderante del sistema económico, tanto para la ingente industria militar
como para el desarrollo de la ciencia de la Defensa. (Miremos la realidad
de la guerra Ruso-Ucraniana y los Hechos atroces en Gaza, y observemos la loca
carrera armamentista en la que ha caído Europa, las dos Coreas, Japón, Irán,
Rusia, China y los Estados Unidos).
Este
sistema mundano posee su núcleo de sobrevivencia en la guerra, la violencia,
tipos de esclavitud, y modelos de bienestar que resultan falaces, mentirosos y
llamados a provocar en la gente sencilla la normalización de su condición de
‘masa servil’ o ‘redil’ siempre dependiente de gobernantes insertos en
oligarquías y castas privilegiadas, religiones, pastores, y un mercado déspota
que crea dependencia y fomenta la ilusión y la vana esperanza.
Nada
del materialismo, de lo mundano y profano, incluso de aquello que humanamente
podemos entender como ‘loable’ ‘bueno’ ‘meritorio’ nos conduce a la Liberación.
Para
que, en la acérrima oscuridad de la materia, y de este sistema del Mundo,
exista un elemento revolucionario que rompa con la inercia de la sujeción y la
dependencia, debe constatarse SU CONTRARIO, su OPUESTO… una FUERZA que
contrarresta el dominio humano influenciado y regido por el Cainismo y su forma
de concebir al Hombre: LA LUZ.
La
Luz en su realidad de PODER es la manifestación ajena y contraria a Lo Oscuro
como factor de control y de dominio. Y digamos que Lo Oscuro llevado a su
exacerbación de Control y Dominio se hace parte del principado tenebroso.
La
Luz, cuan Poder contrario a este sistema mundano y sus ‘señores’, es una
INTERVENCIÓN destinada a salvar, elevar y liberar a la materia humana: EL
HOMBRE (varón y mujer por igual).
Antes
del Hecho Crístico la Luz estaba ausente en este mundo, y el Cainita pudo
establecer su Control y Dominio por siglos, y el principado tuvo en sus manos
la Ley del Eterno Retorno cuyos Abismos
encarcelaban
Almas y el Hombre repetía ciclos de pecado y muerte sin fin.
Con
Cristo y los Hechos de Salvación, se rompe este lapso nefasto. Pero el Verbo NO
vino a cambiar el sistema mundano, ni se ocupó de roles y tareas que deben ser
ejecutadas por el Hombre y su Opción por la Luz. Y para que el Hombre luchara
CON y POR La Luz: debía, primero, obtenerla y ésta debía habitar en su
Inocencia desde la concepción.
La
Gracia es el acto divino que coloca un grano de Luz Original en un Ser Humano
que no hizo mérito alguno para tanta dádiva.
La
Intervención de Cristo, que quiebra la hegemonía tenebrosa en el Hombre y su
sistema, es un Acto de Gracia planificado por el Reino, y no fue nunca producto
de la conciencia del Hombre. Por lo mismo, tanto la Intervención Salvadora del
Cristo y los Cambios por Él guiados, como el Espíritu que se nos concede, NO
SON MÉRITO HUMANO, ni son de ‘propiedad individual para fines y propósitos
de este Mundo y su sistema’.
La
Luz, el Espíritu en nosotros, es una Gracia concebida para que seamos nosotros,
en conciencia y opción, quienes nos HACEMOS a La Gracia (nos volvemos a
Dios en búsqueda del Espíritu que nos habita); para que todo nuestro Ser sea
gobernado por Lo Espiritual, y así trasmutar el orden en
nosotros: convertirnos en Espirituales antes que Carnales. O, como
Cristo enseña: ‘estar en este Mundo (sistema) pero NO SER del
Mundo (materialismo-mundanidad).
Estamos
hechos de materia: somos materia orgánica con un grado de inteligencia que nos
hace ‘humanos’. PERO JAMÁS LA MATERIA, INCLUSO LA DOTADA DE MAYOR INTELIGENCIA,
HA TRASCENDIDO PARA ROMPER EL CICLO DE LO PASAJERO, LO TEMPORAL, LO
PERECIBLE…LA MUERTE. Y SOLAMENTE La Luz EN NUESTRA MATERIA HUMANA
POSEE LAS CLAVES QUE ROMPEN CON LOS CICLOS DE EXISTENCIA Y MUERTE.
Sin
La Luz- Espíritu- en nosotros seríamos ‘materia muerta’, inservible, inútil,
intrascendente. Y aquello que nos eleva y empuja a romper con las fronteras del
Tiempo y de lo Micro, de lo Material y sus existencias: es el Espíritu,
asumiendo el total gobierno en nosotros. NO HAY VÍAS INTERMEDIAS.
El
Cainismo incentiva las religiones y sus instituciones para desviar la fe del
Humano por la estafa de la ‘vía intermedia’; es decir, sublimiza factores
sociales, políticos, ideales, familiares, culturales, de costumbres, rituales y
de creencias que conlleven a una fe utilitaria, manipulable y dependiente del
sistema mundano. Usan los nombres de lo divino, incluso de Cristo, para traer
de regreso al redil rebelde que en su día pudo pensar o creer que algo
divino LE VIVÍA.
Los
Cristicos nos hemos desecho de estas formalidades carcelarias. Asumimos que la
Luz está en nosotros, en el Espíritu que nos habita.
Sabemos
que esta chispa Original NO es ‘nuestra’(en sentido carnal-emocional-mental o
mundano), no para cosas humanas, tampoco la asociamos al embaucador Ego.
Asumimos que ‘Dios en Nosotros’ cumple el rol de trascendencia de la Luz que
rompe los ciclos de nuestra materialidad y temporalidad.
Nos
empeñamos por TOMAR CONCIENCIA de la Verdad: en cuanto, siendo seres materiales
no poseemos transcendencia, y que nadie entra al Reino de la Vida sino es por
Espíritu.
Que
Los Humanos podemos adquirir LOGROS de máxima Virtud solamente si es el
Espíritu quién NOS gobierna.
Y
hemos entendido y nos hemos consagrado a la realidad del Cristo Dios: en cuanto
es el DADOR de la Vida y GUIA de Luz de Nuestra Espiritualidad.
Porque
asumimos que por Él tenemos la Gracia que nos elevará a la Vida que derrota a
la muerte. Y que el vaso comunicante entre nosotros, humanos, y Dios Creador,
es Cristo.
Y
somos medidos y transformados por Espíritu, por Coherencia Espiritual, por
renuncia a lo mundano, por Liberación Interior de lo Carnal y profano, para
SELLAR desde ADENTRO nuestra PERTENENCIA al Reino de la Luz.
Nosotros,
los Cristicos, aprendemos a ADMINISTRAR lo HUMANO y las necesidades de este
Mundo: para que nada nos falte, pero no depender del sistema del dinero y los
apegos.
Administramos
para que nada nos falte, pero de nada dependemos, ni apegos creamos en torno a
las cosas y a lo humano ligado al ciclo embustero del sistema (moda,
costumbres, cánones sociales, paradigmas). Para alcanzar aquello, hacemos de
la Virtud nuestra Coherencia de Vida y de
la Sabiduría nuestro modo de pensar. Y en eso, para tal Logro, nos
esmeramos.
En
modo que nuestros énfasis, tensiones, intensidad, alegría, empeño, sacrificio y
aprendizaje está completamente en el plano y en la práctica de Fe, en Lo
Espiritual, en nuestro Hacer y Ser de Siembra y de Construcción de Unidad con
otros (Prójimo) con el fin de que MUCHOS LOGREN hacerse a La Gracia y comiencen
la senda de su Liberación.
ESTAMOS
(y administramos) en lo del Mundo. SOMOS (y nos entregamos) a Lo Espiritual, a
la Obra de Luz entre los Hombres. Ese es nuestro Orden.
Porque
Cristo nos enseña que, para acrecentar la Luz Espiritual en nosotros, debemos
hacer crecer la Luz en muchos otros.
Y
Cristo nos enseña que la liberación que nos conduce a la Verdad y a la Vida no
contiene nada de este Mundo, y solamente cuando nos entregamos de lleno al Plan
de Cristo es que somos parte integrante del ORDEN del Reino de Dios.
Los
Cristicos sabemos que la muerte física o la muerte de las cosas cae sobre
nuestra existencia en el minuto menos pensado.
Que
inexorablemente pasaremos por la muerte del cuerpo, pero que también todo
aquello que creemos vital en este Mundo morirá, se terminará y desaparecerá…
tarde o temprano.
Y
esa Conciencia nos permite definir que: ‘aquello que existe’ en realidad NO
VIVE.
Y
que La Vida es aquella que se libera de los ciclos existenciales y supera para
siempre a la muerte.
Esa
Vida es la que nos promete Cristo como Nuestro Conductor. Y para que Cristo nos
Guíe a esa Vida: debemos fomentar, hacer crecer y enraizar el total Gobierno
del Espíritu en nosotros, en modo que ya antes de pasar por la muerte
seamos Seres en Vida: de cuerpo carnal a Cuerpo Espiritual. ESE ES EL
PLAN.
Los
Cristicos somos Seres Humanos imperfectos y pasajeros, que por ESTAR en este
Mundo aprendemos a administrar para que nada nos falte, pero siendo nuestro
propósito La Vida, nos concentramos y ponemos prioridad y el mejor empeño en Lo
Espiritual y en la Coherencia de Fe.
Y
de nuestra Siembra en otros expandimos La Luz para que muchos abandonen la
mentira de este sistema esclavista.
Cristo
es Dios Liberador.
Nosotros,
por Espiritualidad, nos hacemos agentes del Plan del Cristo de la Vida.
Les
saluda y abraza en Espíritu: desde el Sacerdocio que Cristo nos ha concedido
Ricardo Andreé – Fundador del Movimiento de Fe Crístico
16 de febrero 2024